Hasta hace muy poco los sorteos de vivienda protegida se comparaban con los de la lotería de Navidad, donde ante la expectación creada en la sala, iban desfilando los números de los felices agraciados a los que la vida les sonreía. No iban a tener que hipotecarse por una millonada.
Sin embargo la crisis ha marcado un antes y un después en este tipo de sorteos y ya nada es lo que parece. Desde la propia Administración asistíamos boquiabiertos a las primeras cifras de renuncia de vivienda protegida como si del caso más extraño se tratase. Eran los primeros meses de la crisis.
Ahora, los números de esas mismas renuncias y la más que probable prolongación de esta crisis, ha precisado un cambio en la misma normativa del Servicio Vasco de Vivienda (ver link en el apartado de “Más información”) por el que se simplifican y agilizan los procedimientos de adjudicación, pero sobre todo, se responde de manera más racional a las necesidades de vivienda.
Se trata, entre otras cosas, de dar salida en el mercado, de la forma más ágil posible, a las viviendas de protección oficial ya sea en primeras, en segundas o en posteriores adjudicaciones.
Una de las modificaciones más destacables es que a la hora de inscribirse en Etxebide los solicitantes de vivienda deberán optar entre el alquiler y la compra y deberán, además, inscribirse expresamente en aquellas promociones en las que decidan optar.
Esta situación ha hecho que el propio Gobierno central admita que el stock de vivienda protegida empieza a ser preocupante y que los números de las renuncias ya no son anecdóticos.
El número exacto del stock de vivienda protegida huelgan decirla, por ser bastante imprecisa o diferente dependiendo de las Comunidades Autónomas a las que se haga referencia. Sin embargo, el problema existe y empiezan a oírse voces cercanas al Ministerio de Fomento que reclaman, entre otras acciones, una readaptación de los precios de las mismas viviendas de protección oficial a la capacidad económica de los demandantes. Y es que, mientras que en el caso particular del País Vasco, comprar una vivienda libre puede salir más del doble de cara que la protegida, en Castilla-La Mancha el precio de la vivienda protegida está por encima de la libre, lo que, desde luego, resta atractivo a las promovidas por la administración.
En conclusión, la crisis económica y las apreturas financieras de las familias, que, presumiblemente durarán más de lo que los más avezados expertos vaticinaban, están exigiendo a las administraciones públicas, soluciones cada vez más cercanas a los problemas reales de los ciudadanos, pero sobre todo, rápidas y eficaces.
Ya no sólo basta con promover, construir o gestionar vivienda protegida, hay que hacerla llegar a quien la necesita y a unos precios acordes a la realidad que nos acecha.
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